Jan 14, 2007

Arquitectura y Construcción Azteca

Por Hernán Ayarza Elorza
Los aztecas llegaron al Valle de México a principios del siglo Xll, procedentes del noroeste de México. Otros pueblos de lengua Nahualt, habían llegado anteriormente a la región mesoamericana desde la llamada América árida. Las siete tribus aztecas, guiadas por varios sacerdotes y caudillos, se asentaron sucesivamente en el lago Pátzcuaro y en Coatepec, antes de llegar al Valle.

En 1272 los aztecas se establecieron en Chapultepec donde se hicieron famosos por su agresividad y sus sacrificios. En 1319 Fueron derrotados por otros pueblos quedando confinados en Tizapán. Posteriormente se aliaron a los culhuas, pero tras el sacrificio de la hija del señor de Culhuacan tuvieron que huir por el interior del lago Texcoco. En uno de los islotes del lago, la visión de un águila que se comía a una serpiente posada sobre un nopal les indico el lugar donde debían construir su nueva capital, Tenochtitlan fundada en 1325.

Durante los años siguientes, los aztecas y los tlatelolcas rindieron tributo a los tepanecas de Azcapotzalco. Los aztecas ayudaron a los tepanecas a conquistar la ciudad de Texcoco y dejaron de pagar tributo a Azcapotzalco.

Los aztecas heredaron elementos culturales de pueblos que les precedieron en la historia. Por ejemplo, es evidente la incorporación de mitos toltecas a los suyos, de dioses que forman parte de su panteón y que se hallan presentes en Cuicuilco y Teotihuacan y de ciertas formas de organización social, política y económica, así como rituales y ceremonias que integraron a los suyos.

Introducción
La base de la sociedad azteca era la familia, de carácter patriarcal, generalmente monogámica aunque se permitía la poligamia. El grupo familiar podía reducirse a la pareja de cónyuges y a la progenie, o a otras formas de familia más extensas, constituidas por los padres y las familias de los hijos. Un grupo de varias familias componía el calpulli, unidad social compleja que se encargaba de funciones muy diversas. Un consejo formado por los cabezas de familia elegía al jefe del calpulli, que debía pertenecer a un linaje determinado. Cada familia perteneciente a un calpulli recibía en usufructo una parte de las tierras comunales la cual volvía al calpulli si dejaba de cultivarse. A veces varios calpulli se hallaban unidos en barrios y solían estar especializados en alguna actividad artesanal o profesional.

Uno de los rasgos más característicos de la sociedad azteca era su división en castas. La nobleza estaba formada por los miembros de la familia real, los jefes de los calpulli, los jefes militares siendo el grupo que poseía los mayores privilegios. Algunos comerciaban dentro de la ciudad, y otros fuera de Tenochtitlan, desempeñándose a la vez como embajadores y espías. Gozaban de algunos privilegios, según sus riquezas y los servicios que brindaran. La clase social de los plebeyos, estaba compuesta por campesinos y artesanos, los cuales debían pagar tributos al estado. La economía de la confederación estaba organizada considerando el pago de tributos y la contribución militar por parte de los estados sometidos.

Gran parte de la vida y la cultura aztecas se hallaba determinada por sus creencias religiosas. Una poderosa casta sacerdotal se encargaba de organizar las ceremonias rituales, de dirigir los centros de educación y de realizar predicciones sobre los diversos aspectos de la sociedad y la política del imperio.

Los aztecas adoptaron las creencias religiosas de los pueblos vecinos y de otros sometidos. Su religión era politeísta, aunque predominaban unas pocas divinidades principales. Los dioses aztecas más importantes estaban relacionados con el cielo solar y agrícola.

Uno de los aspectos más característicos de la religión era la práctica de sacrificios. El derramamiento de sangre de las víctimas inmoladas, animales o humanas y la ofrenda de corazones, por los propios sacerdotes Ellos creían en que las fuerzas de la naturaleza obraban para el bien o para el mal, y por eso personificaban los elementos naturales, como dioses y diosas y les rendían culto. La divinidad más importante era Quetzalcoatl, el dios del viento, de la vida, de la fertilidad, inventor del maíz y de la agricultura, creador del calendario solar y organizador de los ritos religiosos.

Controlaban a varias ciudades satélites, a las cuales les exigían tributo y víctimas para los sacrificios, por lo que el principal propósito la guerra contra sus vecinos era conseguir prisioneros, que debían capturar vivos, ya que los muertos no servían para el sacrificio.

La arquitectura azteca
En el caso de su arquitectura, existen sobradas evidencias de la fusión de las influencias de otras culturas, con las características y el sello propios que los aztecas plasmaron en sus manifestaciones arquitectónicas.

Poco queda de la arquitectura azteca, pero es posible imaginarla a través de los relatos maravillados de los cronistas españoles. Las casas de los ricos eran majestuosas y lujosas, en tanto que los pobres construían casitas de adobe sin ventanas ni chimeneas. La arquitectura sagrada era imponente e imponía respeto, predominando en ella la construcción piramidal.

Las pirámides-templos aztecas eran construcciones que seguían las tradiciones de los mayas. Constaban de un cuerpo piramidal con un templo o conjunto de templos en su cima, a los que se accedía por una empinada escala. Las pirámides estaban decoradas con relieves, estuco pintado de diversos colores, y planchas de oro. En lo alto, a un metro más o menos del fin de la escala, se encuentra el altar donde eran llevados a cabo los sacrificios. Sólo los sacerdotes, vestidos de negro y maquillados del mismo color, podían subir hasta la cima de la pirámide. Las personas destinadas al sacrificio subían también por esa escalera hasta el altar.

Una vez allí, eran tomados por cuatro sacerdotes, uno para cada extremidad, mientras el sumo sacerdote, con suma habilidad y rapidez, habría el pecho de la víctima y extraía su corazón palpitante, lo levantaba, se lo ofrecía al sol y lo arrojaba contra el rostro del ídolo en el interior del templo. Después se deshacían del cuerpo lanzándolo escala abajo. La escala, el santuario e incluso los propios sacerdotes estaban constantemente empapados en sangre; la sangre era la esencia de todo, sus creencias relataban el sacrificio de sangre que hicieron los dioses para crear el mundo, y el deber de los hombres de mantener ese mundo con su propia sangre, era una necesidad vital para ellos.

Planificación urbana
Los aztecas tenían una enorme y deslumbrante ciudad, como salida de un sueño según las crónicas castellanas. Tenochtitlán, que constaba de grandes y rectas avenidas, canales navegables y grandes pirámides, más altas que las catedrales castellanas, posiblemente era la mayor ciudad del mundo en su época, cuyas ruinas se hallan bajo la actual Ciudad de México.

La traza urbana de Tenochtitlan fue concebida a partir del modelo de Teotihuacan; si bien es cierto que esta última estaba destruida y cubierta de vestigios, también lo es que a partir de los montículos podía adivinarse el diseño de la ciudad.

La Pirámide del Sol debió ser el primer centro de la antigua urbe, la que se podría llamar la ciudad vieja. Según los especialistas, este centro se desplazó un poco más tarde a la Ciudadela. Teotihuacan guarda una distribución de cuatro cuadrantes o barrios, divididos por los ejes que forman la Calzada de los Muertos -de norte a sur- y las avenidas este y oeste. Orientadas hacia los cuatro puntos cardinales o rumbos del Universo, al igual que en Teotihuacan. En medio se encontraba la plaza principal, con sus 78 edificios –que al decir de Sahagún-, el principal de ellos, el Templo Mayor, constituía el "centro" del universo mexica.

Aquí es necesario mencionar que -al igual que muchas otras manifestaciones- la arquitectura estaba formada por un simbolismo cuyos significados eran profundamente complejos. Así el Templo Mayor representaba dos cerros: el lado de Huitzilopochtli es el cerro de Coatepec, lugar de nacimiento del dios y del combate contra el enemigo; el sitio de la guerra y del sacrificio: de la muerte. El lado de Tláloc es el Tonacatépetl, el cerro de los mantenimientos, donde se encierran los granos de maíz que dan sustento al hombre; el lugar de la fertilidad y de la vida.

De lo anterior se deriva que ambos lados del edificio encarnan y complementan el mito: el combate del cerro de Coatepec y del cerro al que entra Quetzalcóatl en busca de los granos primigenios. El Templo Mayor también era el sitio por donde se sube a los niveles celestes o se baja al inframundo. De él parten los cuatro rumbos del universo, cada uno regido por un dios, un color, un árbol y un glifo.

Como puede verse, la carga de sacralidad de este edificio era enorme, más por tratarse de un templo principal. Esto nos da una idea de que la arquitectura -ya fuera una casa, un palacio, un templo y hasta la planificación urbana- obedecía a una concepción preconcebida del orden universal.

Por ser una ciudad lacustre Tenochtitlan tenía características específicas que le daban una configuración especial. La mayoría de las casas se construían atendiendo a esa peculiaridad.

Según el cronista y soldado español Bernal Díaz del Castillo, entre otras cosas le mencionaron que las casas se comunicaban entre sí mediante puentes levadizos o a través de canales, por lo que las canoas eran el principal medio de comunicación.

En el Archivo General de la Nación se conservan documentos que muestran la planta de las casas y su distribución interior; las que eran muy sencillas, de una a varias habitaciones cuadradas. Los materiales empleados eran adobe, madera y piedras; resulta interesante que los techos fueran planos (azoteas), dato al que Bernal Díaz hace referencia en varias ocasiones.

Los palacios y templos
El Palacio de Moctezuma debió ser algo excepcional; la descripción que de él nos da Bernal Díaz del Castillo en su obra Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, publicada por primera vez en 1632, es impresionante: lo conformaban múltiples habitaciones, además de un zoológico con estanques de agua, así como bien cuidadas huertas de diversas plantas.

Las llamadas casas nuevas de Moctezuma probablemente estaban encaladas y adornadas con pinturas en sus muros. Las casas de los nobles y de grandes guerreros, aunque de menor tamaño, habrían tenido acabados similares.


La Casa de los Dioses
Aunque se ha hecho referencia al Templo Mayor, cabe agregar que en el recinto ceremonial se han encontrado otros templos aledaños, como los templos rojos, cuya arquitectura recuerda el orden de talud y tablero teotihuacanos, o el Recinto de los Guerreros Águila, con pilares en el pórtico y las banquetas decoradas con procesiones de guerreros, similares a las que se ven en Tula y en Chichén Itzá.

Recientemente, el equipo del arqueólogo Leonardo López Luján pudo continuar con la excavación del pórtico que corre de este a oeste, encontrándose otro acceso donde dos figuras de barro de personajes desencarnados flanqueaban la entrada y una serpiente de piedra se hallaba en medio de ésta.

El contexto resulta interesante, pues las nuevas figuras -además de la que ya se conocía de los guerreros águilas y los esqueletos de barro- ofrecen una evidente asociación del edificio con la guerra y la muerte; no olvidemos que a pocos metros de este conjunto se encuentra el altar-tzompantli, con más de 200 cráneos esculpidos en sus muros -todo ello al norte del Templo Mayor, el rumbo que se asocia con lo negro, con el cuchillo de sacrificio y con el Mictlampa, o ruta de la muerte.

Este texto resulta insuficiente para describir en detalle la arquitectura mexica y sus componentes formales y simbólicos; sin embargo, no se puede dejar de mencionar un templo singular: el de Malinalco. En efecto, su edificio está tallado en la roca. Consta de un basamento de dos cuerpos con su escalinata de 13 escalones, que mira hacia el sur, la cual conduce al templo de planta circular.

A éste se accede por una puerta que en realidad es la boca de una serpiente cuya lengua bífida se extiende por el piso. En el interior se ve una banqueta sobre la que hay un jaguar y dos águilas esculpidos; en medio, sobre el piso, se ve también un águila.

No cabe duda acerca del carácter ritual del edificio: la orientación, los escalones de acceso a la parte alta, las esculturas y la planta circular, todo induce a pensar en un lugar de guerreros jaguar; más aún, el hecho de que se entre por la boca de la serpiente y se llegue a su vientre, representado por la forma circular, debió revestir el carácter ritual por medio del cual el joven aspirante a pertenecer a cualquiera de las dos órdenes militares volvía a renacer de la matriz del ofidio, ya transformado en guerrero águila o jaguar.

Los vestigios que los arqueólogos han podido rescatar -Templo Mayor, Tlatelolco, Malinalco, el Tepozteco, Cihuatecpan, etc.-, así como los que se ha encontrado mediante la arquelogía de salvamento en diversos puntos de la actual Ciudad de México, permiten conocer muchas de las características arquitectónicas de casas, palacios y templos mexicas que causaron admiración de los conquistadores.

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